- La fotografía corresponde a Tocopilla, una ciudad en la cual operan centrales termoeléctricas a carbón y que en los próximos años ya dejará de tener estas centrales. En junio de 2019 se acordó de manera voluntaria entre el Ministerio de Energía y las empresas que operan centrales térmicas a carbón un cronograma para el retiro y/o reconversión de ocho de estas al 2024. Luego en diciembre de 2019, en el contexto de la COP25, se incorporaron dos unidades al cronograma de cierre. En el mes de mayo de 2020, se anuncia el retiro de dos centrales más hasta el 2022. De este modo al 2024 se retirarán y/o convertirán 12 unidades a carbón, correspondientes al 31% de la capacidad instalada a carbón del país. El cierre total de las restantes se espera para el 2040 a más tardar.
- El retiro de unidades a carbón, desde el punto de vista ambiental, tiene beneficios de reducción de emisiones atmosféricas, de largo y corto plazo, disminución de impactos a la biota marina por reducción de succión y descarga de agua de mar para refrigeración, eliminación del riesgo de vertimiento de carbón y recuperación del espacio para otros usos, disminución de ruido e impacto vial, entre otros.
- A pesar de sus beneficios, el cierre de las centrales también trae desafíos en la recuperación socio ambiental de zonas en las cuales estaban ubicadas, en cuanto al saneamiento adecuado del suelo, así como en el reciclaje de fierros y estructuras que dejarán de utilizarse.
- Desde el punto de vista social el cierre de centrales térmicas a carbón podría tener impactos locales negativos principalmente en la pérdida de empleos directos e indirectos, en distintos grados dependiendo de la localidad donde se encuentren emplazadas.
- Para gestionar la pérdida de empleos y enfrentar los desafíos actuales como sociedad, se desarrolla el concepto de Transición Justa, el cual busca que se generen impactos positivos en estos procesos, involucrando a las comunidades locales en la recuperación ambiental, reconversión laboral y desarrollo de economías sustentables.